Al igual que en la mayoría de las aves de presa, las hembras son mayores que los machos, pudiendo llegar al metro de longitud desde el pico a la cola y los 2,3 metros de envergadura alar, y un peso de entre 4 y 6,5 Kg., mientras que el macho, de un tamaño menor, alcanza entre 1,8 y 2 metros de envergadura alar y un peso de entre 2,9 y 4,5 Kg.
El águila real puede en picada volar a una velocidad de hasta 240 km/h, siendo superada por muy pocas aves, entre ellas el halcón peregrino, que puede llegar a 300 km/h.
El águila real caza desde el aire, y para conseguirlo está equipada con las armas típicas de su familia: fuertes patas terminadas en garras bien desarrolladas, pico ganchudo, gran fuerza y velocidad y una potente vista capaz de localizar la presa a cientos de metros de distancia. Las presas a las que puede dar muerte son de todos los tamaños y formas: ratones, conejos, liebres, marmotas, zorros, gatos monteses, serpientes, e incluso crías e individuos viejos o enfermos de cabras salvajes, ciervos, jabalíes y rabecos y aves voladoras y terrestres. También se les ha visto atacar a lobos.
Las águilas reales son monógamas. Construyen varios nidos en su territorio, que alternan cada año, de estructura muy sencilla. La base de los nidos se construye con tres gruesas ramas sobre las que se acondiciona el nido, propiamente dicho, de palos y ramas menos gruesas.
En los casos en que hay dos pollos en el nido, sólo uno, el que rompe el huevo primero, llega a realizar su primer vuelo hacia los 50 días de vida. El hermano más joven y débil muere antes, desatendido por sus padres o directamente expulsado por el más fuerte.
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